
En los últimos
años, cada vez más Estados han
aceptado el matrimonio entre personas del
mismo sexo, con lo que esta unión conyugal ha dejado de ser patrimonio de la
heterosexualidad.

Para la Iglesia
Católica, el matrimonio es un sacramento y una institución cuya esencia está en
la creación divina del hombre y la mujer. El matrimonio católico es perpetuo:
no puede romperse según los preceptos religiosos (a diferencia del matrimonio
civil, donde existe el divorcio). Una persona separada, por lo tanto, no puede
volver a casarse por Iglesia.
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